Abres los ojos y ves que te has despertado de nuevo con tu enemigo... Tú mismo! Y es que aunque quieres cambiar, aunque quieres ser diferente en algún aspecto de tu vida, no lo consigues... Y así, poco a poco vas dejando a un lado el respeto a ti, lo vas transformando en un sentimiento de rabia que cada día, si no haces nada por evitarlo, se torna más y más grande.
Todos en algún momento de nuestra vida somos crueles con nosotros mismos: una palabra mal dicha, unos kilos de más, algún "vicio" que no conseguimos quitar... El problema viene cuando convertimos esa crueldad en rutina.
Os dejo unas palabras de una paciente que día tras día, se fue convirtiendo en su mayor enemiga. Es un testimonio largo, pero que merece la pena leer hasta el final, pues estoy segura que muchos os sentiréis identificados en todo el escrito o en parte de él.
O.P. llegó a mi consulta como una persona completamente chiquitita, que no se creía capaz de conseguir nada, una persona que no se creía con el derecho a que los demás la respetasen, llegando incluso a la autolesión. Hoy en día, después de un año caminando juntas, puedo decir LA GRAN MUJER que es, una persona completa que sabe verse, escucharse y aceptarse... Y aunque todavía nos quedan pequeñas cosas que trabajar, el camino más duro está hecho! Día tras día, sesión tras sesión, ha ido sacando fuerzas para enfrentarse a ella misma, al principio con dudas de que pudiera cambiar, y poco a poco con el convencimiento de que podía tener una vida completa y llena, SU VIDA, con SU CAMINO, escogido única y exclusivamente por ella.
29 noviembre, 2012