Los limones son amarillos

Los limones son amarillos

limones amarillos.jpg1La vida es cada vez más jodida.

Me encantaría decirte que no es así, que a medida que cumplas años todo irá siendo más sencillo, pero te estaría contando una gran mentira porque la realidad no es esa; es un asco, lo sé, pero es la realidad y es la vida.

Los problemas nunca se acabarán. La única etapa que de por sí es sencilla (o debería serlo) es la de tu niñez, porque es ahí cuando únicamente tienes una preocupación, la de divertirte: tienes la comida preparada, amigos, te escogen la ropa, no tienes exámenes y mucho menos obligaciones más allá de una hora a la que irte a dormir o alguna que otra película que aún no puedes ver.

Desde ahí, todo se complica: te vuelves adolescente, te salen granos y te cambia el cuerpo, empiezas a relacionarte y ves que no es tan sencillo, te gusta una persona (suerte tienes si es del sexo contrario, sino añadimos una complicación más) y comienzan los quebraderos de cabeza; comienzas también los exámenes, las rebeliones hacia tus padres, las primeras puñaladas (seamos sinceros, todos hemos vivido alguna) de ese amigo que “nunca te iba a fallar”, el primer corazón roto… Y parece que atrás quedan esos años en los que eras un niño y todo era aparentemente sencillo.

Entonces te toca escoger una carrera o una formación (“qué coño escojo?”) y comienzas a tomar decisiones más serias, te enfrentas a nuevos amigos, a nuevas personas, a nuevos retos. Échale más leña si encima te toca ponerte a trabajar… Seguimos sumando dificultades…

Y entonces pasan los años y sin saber cómo sigues en pie. Resulta que has terminado la formación y ahora te toca buscar trabajo y… ¡no hay trabajo!  “¿Y ahora qué? Si yo de pequeño pensaba que cuando fuera mayor sería…” y resulta que ser lo que siempre has querido ser, no es tan sencillo.

¿Pareja? Pero… ¿tienes pareja? Si no la tienes, las complicaciones de conocer gente y encontrar a esa persona, y si la tienes, no terminas de encajar con él-ella, tenéis discusiones, puntos de vista diferentes, no adivina lo que necesitas, no te expresa lo que siente, no te atreves a decirle lo que te molesta o lo haces midiendo tanto las palabras que incluso parece que le estás pidiendo perdón… y bla, bla, bla…

Y cuando encuentras un trabajo te toca el jefe cojonero que te impide disfrutar, o el compañero de turno que te hace la vida imposible… o te dan más y más funciones que no te atreves a rechazar, o te cambian de jornada y te fastidian la actividad que tenías en tu tiempo libre… O simplemente, tienes un trabajo que no te gusta una mierda pero al que te toca ir porque para vivir, necesitas de dinero y los billetes no son como cuando eras ese niño que dibujaba un billete y lo canjeaba en la tienda imaginaria que se había montado con su amigo.

¿Me crees ahora? 

Todo se vuelve cada vez más complicado, es la puñetera verdad. Y es una realidad que no puedes manejar ni controlar porque las cosas, siempre se torcerán por algún lado.

Pero ahora lee detenidamente:

Existe una realidad que siempre vas a poder manejar (si aprendes a hacerlo, claro): la conexión contigo mismo/a.

Porque conectar contigo va a ser lo único que te salve de todas las dificultades: conocerte en tu momento más crudo y duro (ese momento de la vida donde crees que el sufrimiento te va a matar), descubrirte en tu momento más feliz, saberte cuando estás nervioso o con miedo, verte en distintas situaciones y cómo las enfrentas, escucharte cuando algo te duele y expresarte, escucharte cuando no quieres algo y comunicarlo, confiar en tus posibilidades y trabajar tus puntos débiles, saber qué se te da bien y qué mal (sin que pase nada por aquellas cosas que se te dan mal), saber divertirte como cuando eras un niño y sacar tu lado adulto cuando la situación lo requiere, saber decir “basta, hasta aquí, esto lo quiero (o esto no lo quiero para mí)”, permitirte decir un “te quiero” o incluso permitirte decir un “no te quiero”… y ¡por qué no! también un “estoy enfadado contigo“, “me has hecho daño” o “estoy mal, te necesito”…

Porque la vida sólo se vuelve aparentemente fácil cuando tú estás conectado contigo mismo, porque entonces la tranquilidad no vendrá porque la vida se haya vuelto sencilla, sino porque sabrás que podrás gestionar cualquier situación de la manera más sana para ti.

Si… la vida es muy complicada, pero tú puedes hacerla sencilla.

Así que déjalo ya, deja de lado tu empeño por cambiar todas las situaciones que te rodean y comienza de una vez a cambiarte a ti mismo.