16 Sep Lo que tienes que hacer es… (Testimonio)
M. es una persona que acudió a terapia por haber comenzado desde hacía unos meses con ansiedad. No sabía localizar la causa y ni comprender el por qué del problema, pues aparentemente tenía todas las herramientas para ser feliz: un buen trabajo, familia, grupo de amigos a los que veía asiduamente, estaba independizada… Aunque el trabajo es lento, poco a poco uno de los aspectos que ahora comprende que le han podido desembocar en ansiedad son las relaciones fusionales que sin darse cuenta mantiene con su entorno, es decir, está más pendiente de lo que los demás quieren y/o necesitan que de lo que ella quiere, ajustándose así a las demandas externas.
Estoy segura de que sus palabras os llegarán a más de uno 😉 Aprovecho la ocasión para darte la enhorabuena M! Aunque ha sido un trabajo arduo, poco a poco vas desarrollando más tus propias herramientas 😉 Sigamos así!
«Cuando miro hacia atrás veo una chica feliz (en apariencia, claro) con todos los requisitos para seguir manteniendo ese estado de felicidad. Sin embargo, un día empecé a sentirme mal, noté como me faltaba el aire, como si no pudiera respirar! y me asusté tremendamente. La situación se repetía y no podía controlarlo! Además siempre me pasaba cuando llegaba a casa y estaba sola. No llamaba a nadie porque no quería molestar, bastante tenían con sus cosas como para llegar yo con otra más. Así que al final decidí pedir ayuda profesional.
Poco a poco comenzamos a entrar en el tema de las relaciones (las que yo pensaba que eran perfectas) y entre otras cosas, comenzamos a trabajar el que yo me sintiera capaz y viera la necesidad de también apoyarme en los míos tal y como ellos hacían cuando les pasaba algo. El caso es que me sorprendió mucho la reacción de las personas, pues todos en lugar de ponerse en mi piel me intentaban dar una solución rápida a mi problema, en lugar de intentar comprender qué sentía, me decían que «lo que tengo que hacer es correr para descargar energía», o frases como «lo que tienes que hacer es pensar menos»…
Todavía recuerdo esa frase, ese «lo que tienes que hacer es…» y cómo mi corazón se encogía cada vez que lo escuchaba, pues me sentía estúpida al tener una «solución» tan sencilla como salir a correr y ver que eso tampoco me aliviaba… Entonces vi en terapia que el problema estaba en mi modo de relacionarme, comencé a hacer una diferenciación entre lo que los demás pensaban y lo que yo creía, y así y poco a poco, comencé a trabajar el ponerme voz y dar una respuesta.
Ahora, cuando un amigo me dice «lo que tienes que hacer es…», le pido que me escuche, que el problema va más allá de eso y que me gustaría que se pusiera en mi lugar… En ocasiones sirve y en otras la persona no me entiende, pero lo principal es que yo me saco mi malestar y lo expreso! marco la distancia entre los demás y yo misma.
Aunque aún tengo trabajo por delante, voy viendo en qué consiste mi ansiedad, voy caminando y haciendo cada pequeño logro, disponiendo de más herramientas para esta vez, poder decir que sí que me siento realmente feliz.
Os animo a pedir ayuda si os sentís mal. No dejéis que las soluciones rápidas de los demás formen parte de la solución a vuestro problema, a lo mejor no os sirven! Luchad por vosotros mismos«