Despedidas obligadas

Despedidas obligadas

Sé que la vida es constante cambio, pero hay cosas que desearía que no estén sometidas a dicha premisa.

Sé que debo decir adiós a algunas personas, seres, situaciones y momentos, pero me aferro a la idea de que siempre permanezcan a mi lado, negándome a la permanencia del recuerdo y estancándome en la ilusión de su permanencia. 

Me encantaría no tener que despedir con abrazos, no notar ese último suspiro que se queda grabado en las entrañas, dejándome una sensación de vacío constante. Tener que aferrarme a los recuerdos, a la posibilidad de reencontrarnos en sueños, sin tener ni un ápice de control sobre lo que en ellos sucede.

Y aquí me encuentro, debatiéndome entre cómo me encantaría que fuera y cómo en realidad es. 

Resignándome a veces y aceptando en otras ocasiones.

Un sólo suspiro visto desde fuera, pero en ese suspiro reside en mí la mayor de las tristezas con la mayor de las tranquilidades. Qué capacidad tiene el cuerpo pudiendo albergar varias emociones y sentimientos en un solo instante y qué laboriosa tarea la nuestra, la de aprender a identificarlos y crear un espacio para cada uno de ellos.

Sólo queda la posibilidad de hacer presente lo que fue, aunque ya no esté:

Una canción que conecta…

Un olor que paraliza…

Un espacio que transporta…

Inhalar el recuerdo de todo lo que tuve la suerte de vivir y exhalar la nostalgia de un presente sin tu presencia