28 Feb A veces…
A veces…
Me gustaría ser la que no es fuerte.
Me encantaría ser la que se derrumba cuando aparecen las cosas malas, la que no sabe cómo hacer para salir del bache, la que suele hundirse cuando las cosas complicadas pasan…
Me gustaría ser la que no sabe gestionar relaciones, solucionar conflictos, la que no ha vivido experiencias de esas que marcan.
Me encantaría ser la “débil”, la poco sonriente, la tristona… la que ve el lado malo y negativo de las cosas…
A veces…
Me gustaría ser la poco comprensiva, la poco empática.
Me encantaría ser la que no sabe, la que no entiende, la que no escucha, la que no siente el dolor ajeno, la que no da la mano para ayudar…
A veces…
Me gustaría ser a la que saben ayudar, a la que saben escuchar, a la que saben consolar…
A veces, cuando me siento sin fuerzas cierro los ojos y me gustaría cambiar las reglas del juego.
Porque es entonces cuando estaría completamente permitido estar mal.
Porque cuando tiendes a ser enérgico, resolutivo, sonriente, positivo… y pasa algo que te tumba, los demás se extrañan y se incomodan… Incluso uno mismo, incluso yo misma me siento rara en este estado.
Sentirte perdido en tu propio ser, sentirte incomprendido en tus propias carnes, sentirte desesperanzado en tus propios sueños…
A veces…
Nos toca vivir cosas injustas, situaciones que nos marcan, que nos aterrorizan, que nos descolocan…
Pero son experiencias que están ahí para recordarnos nuestra verdadera naturaleza, nuestra fragilidad…
Experiencias que nos zarandean y nos derrumban… pero en nosotros está el aprender a reconectar con nosotros mismos, el darnos el tiempo y los pensamientos que necesitemos y los cagüenlamar a pleno pulmón que sean necesarios…
Y luchar… sacar a flote las herramientas que tengamos, lo que hayamos aprendido, pedir la ayuda necesaria para re-encontrarnos… y dejar que el tiempo vaya sanando las heridas del alma…
Muchos de vosotros sabéis la de piedras que estoy encontrando en el camino de ser mamá… Pero sé que de todo esto saldré fortalecida y con un nuevo camino por delante tal y como me pasó en la adolescencia con las experiencias que viví.
Aprenderé de todo este dolor, de todas estas piedras, de todo el sufrimiento, de todas las dudas, de todos los miedos… del qué viene bien y el qué viene mal cuando una persona ha perdido uno o más embarazos, cuando una pareja se enfrenta a procesos de reproducción asistida, cuando una mujer está en el hospital despidiéndose del que ha sido su pequeñín durante unas semanas (o unos meses), del dolor de la pérdida, del miedo ante posibles complicaciones futuras, de la ambivalencia emocional de vivir algo tan sumamente bonito con un miedo que te desborda…
Aprenderé de todo ello tal y como estoy haciendo y utilizaré todo este dolor para ayudar a aquellas personas que pasan por la misma situación (que por desgracia hay muchas) y la sufren en silencio…
MI DOLOR ES Y SERÁ MI MEJOR MOTOR PARA AYUDAR.
A todos quienes me habéis dado calorcito y me habéis preguntado, prometo contaros toooooda la historia cuando salga de la zona de “peligro”.
Pd: mi vida… qué pilar más grande tengo en ti… eres mis piernas, mi corazón y mis energías cuando éstas desaparecen de mí… ¿Cómo lo haces? 🙂 Siempre Tú, Sólo Tú