25 Feb Lecciones para vivir mejor
He aprendido que el amor, aunque sea verdadero, puede doler y mucho; que no por el hecho de que haya amor quiere decir que tengamos que estar juntos, al igual que el amor puede llegar por sorpresa o terminar en una noche… o incluso que sin un motivo, se puede acabar…
He aprendido que amar no significa olvidarme de mí mismo y darlo todo, sino que también tengo que poner límites, pues el amor sin respeto no es amor, es dolor (y continuo).
He aprendido que los grandes amigos se pueden volver grandes desconocidos en un momento, que basta una ofensa para perder la confianza en esa persona; que para tener grandes amigos, primero tengo que aprender a ser yo un GRAN amigo y que la amistad requiere del mismo cuidado y dedicación que el amor.
He aprendido que palabras como “nunca más”, no se suelen cumplir; así como el “para siempre” en algún momento termina o como mínimo, se tambalea y por tanto, requiere de esfuerzo por las dos partes para que siga siendo un “para siempre”.
He aprendido que el que arriesga, no pierde nada, y el que no arriesga, no gana nada. Por eso sé que el que quiere, puede; aunque para eso deba seguir y persistir, incluso probar mil y un caminos hasta llegar.
He aprendido que si quiero ver a una persona, debo buscarla porque mañana será tarde. Pero también he aprendido que si me recorro cielo, mar y tierra por ti y tú no eres capaz ni de intentar mover una montaña por mí, debo retirarme. Porque he aprendido que retirarme a tiempo no es perder, sino cuidarme y protegerme.
Y he aprendido tanto…
Pero sobre todo, he aprendido que no sirve de nada engañarme a mí mismo y negar lo evidente.