02 Jun ¿Estrés? No, gracias
Si le preguntases a alguien de tu entorno que por qué está estresado, seguramente la respuesta haría referencia a las prisas, los horarios, el exceso de trabajo, la circulación, algún aspecto de sus relaciones, la necesidad de vacaciones, la economía…
Efectivamente, estar sometidos a una actividad intensa durante períodos prolongados de tiempo, inevitablemente provoca que se eleven las pulsaciones, aumente la tensión arterial, aparezcan dificultades relacionadas con el sueño, el humor sea más cambiante… Pues asociamos todas las anteriores situaciones como causantes directas de nuestro estrés, sin ver que la verdadera causa es algo más profunda: un conflicto entre lo que sentimos y lo que pensamos, entre nuestros deseos y nuestras posibilidades
Volviendo a la idea inicial, imaginemos que hemos preguntado a Rosa el motivo de su estrés y ella nos responde que «lleva encima muchas horas de trabajo». Conociendo la idea anterior «el estrés supone un conflicto entre lo que sentimos y nuestras posibilidades», podríamos decirle a Rosa que tal vez lo que le está produciendo el estrés es que no le gusta su jornada laboral o que tal vez no ve el sentido de dedicar tantas horas a algo que no termina de gustarle profesionalmente. La siguiente pregunta, por tanto, sería ¿qué hacemos para no tener estrés? Aunque no siempre es fácil, el paso fundamental sería ajustar lo que siento (emoción) y lo que pienso (razón), es decir, devolvernos el equilibrio.
Si Rosa es capaz de ver que el conflicto no está en el exceso de trabajo sino que hay un aspecto que escapa a su deseo versus razón, podrá centrarse en lo que desea para reducir su estrés. Imaginemos que en el caso de Rosa el conflicto real está en que ha dedicado muchas horas a un proyecto que no ha salido a la luz (el deseo sería que el proyecto salga a la luz), lo que habría que trabajar para reducir su estrés no es disminuir su jornada laboral, sino centrarnos en el proyecto (cómo la he gestionado, que supone para ella, si puede retomarlo ahora o más adelante…).
El equilibrio entre emoción y razón nos permite vivir con tranquilidad ya que nos dota de la capacidad (en la medida de lo posible) de ser los conductores de nuestra vida, es decir, ese equilibrio nos producirá una sensación emocional de autocontrol que repercutirá directamente en la reducción de los niveles de estrés (teniendo siempre claro que una dosis baja de estresores es positiva en el sentido de que nos ayuda a mantenernos alerta).
Si te sientes estresado, ¿qué crees que te está diciendo ese estrés? ¿En qué aspecto relacionado con esa situación hay un conflicto entre lo que realmente quieres y tus posibilidades?