La terapia individual se centra en saber cómo funciona el problema, introduciéndolo en un contexto y averiguando sus causas. Así conseguimos que éste pueda solucionarse sin que vuelva a acontecer en otro momento de la vida de la persona.
A través de la Alianza Terapéutica entre psicólogo-paciente y utilizando los diferentes enfoques teóricos avalados por la evidencia científica, se consiguen nuevos recursos y herramientas para cada persona, encauzando el camino necesario para que logre sentirse pleno.
La Psicología Perinatal es la rama de la Psicología que acompaña a la mujer y/o pareja desde el momento en que decide concebir un hijo, abarcando las etapas del embarazo, parto y postparto, sin olvidar los procesos de adopción y las diferentes etapas de crianza.
Supone recorrer un camino de manera activa, con unos procesos psíquicos determinados y específicos en un momento tan vital, en los que se van transformando las necesidades, creencias y valores de la persona.
Las dificultades comienzan cuando la mujer o la pareja se encuentran con problemas a la hora de concebir, teniendo que pasar por procesos de reproducción asistida, problemas durante el embarazo, pérdidas neo-peri-postnatales, partos prematuros o problemas durante el postparto.
No se trata de un recorrido fácil de transitar, pues a las dificultades intrínsecas del mismo se le añade el gran estigma social que lo acompaña: desde la incomprensión de familiares y amigos, hasta la infravaloración de lo que supone para una pareja perder a su bebé, o incluso el olvido de la madre durante uno de los períodos de mayor sensibilidad en su vida como el postparto.
Aguantar, reprimir, mirar hacia otro lado, fingir que no pasa nada, no prestar atención a nuestras necesidades, dejarnos llevar anulando lo que sentimos, vivir experiencias difíciles de procesar… La ansiedad es la explosión del cuerpo cuando ya no puede más. Una señal para frenar el ritmo y observar qué factores le han llevado al extremo.
Aparece sin previo aviso, cuando menos lo esperas, ya sea tomándote algo con unos amigos, camino al trabajo o incluso estando tranquila/o en casa, lo que genera un gran desconcierto y la incesante pregunta de “¿por qué ahora?”. Y así, poco a poco, comienzas a sentirte más sola/o y más incomprendida/o, tus ganas de salir o hacer planes desaparecen y el día a día, se convierte en una gran cuesta arriba.
Recuperarse de la ansiedad es completamente posible siempre y cuando aprendamos a identificar y gestionar de forma diferente todos aquellos factores que con el paso del tiempo, hemos ido silenciando y pasado por alto.
Ni la anorexia se reduce a “no comer” ni la bulimia a “comer en exceso”. Los TCA son como un gran iceberg en el que la sintomatología visible se encuentra en su punta: comer en exceso o restringir la alimentación, realizar ejercicio físico, vómitos, delgadez… Y en su base es donde encontramos la sintomatología no perceptible, la que sustenta el TCA y sobre la que también es primordial realizar la intervención terapéutica.
Se trata de una enfermedad, por lo que en ningún momento es algo que la persona afectada pueda controlar, no depende de su fuerza de voluntad. Habitualmente, cualquier TCA cursa con altos niveles de estrés y ansiedad, incluso en muchos casos, aparecen otra serie de problemas asociados a la enfermedad.
Recuperar la calidad de vida es posible, pero para ello es necesario localizar los múltiples factores que han llevado a la persona a desarrollar un TCA y disponer de nuevas herramientas para gestionar cada situación de forma sana y respetuosa con una/o misma/o.